La suerte. tener suerte. ¿Que significa realmente tener suerte?. ¿Qué preferiríamos, ser un buen tipo, o ser un tipo afortunado?. ¿La vida son sucesos predestinados, algo arbitrario, o es algo que nosotros podamos definir?. Chris (Jonathan Rhys Me-yers), es un hombre de esfuerzo, que salió de una vida de clase baja gracias al deporte elegante, el Tenis. Con él se hizó conocido y se transformó en una persona culta, amante de Dostoiewski y las artes. En su afán por ganar dinero en lo que mejor hace, conoce por fortuna a un hombre acaudalado que le abre las puertas de su hogar, Tom (Matthew Goode). Su gusto por la opera lo transforma en un amigo de la familia, y en el enamorado de la hija menor del clan, Chloe (Emily Mortimer). Todo va viento en popa, con un puesto en la empresa del padre de Chloe, hasta que conoce a Nola (Scarlett Johansson), y de ahi en adelante su vida se debate en las premisas del principio de esta crítica, optar por el camino del hombre esforzado y del bien, o elegir el riesgo y que tu vida se transforme en una serie de eventos afortunados. Chris intenta todo el film que la bola caiga del lado del contrario, que nada se interponga a sus ambiciones y anhelos. De ahi en adelante, la película se transforma en una historia delirante, que te cautiva y te deja en la orilla del asiento, y cada uno de los telespectadores se debaten entre el bien y el mal, la pasión desbordante o el calor del hogar.
Hasta que punto vivir la vida en un sueño constante, hasta que punto decir "basta, esto no es lo correcto". Woody Allen nos da una lección de conjeturas que forman un camino oscuro y riesgoso que parecen ser la felicidad indefinida y abstracta de Chris, que lo llevan a cometer los trágicos hechos que suceden al paso del film.
Allen se transforma en el personaje de la madre de Chloe y nos deja la interrogante que da trama a la película: ¿Hasta que punto se deben perseguir los sueños?, ¿En que minuto uno debe plantearse si sirve para lo que tanto busca, cuando decir "no más"?. En un minuto de la vida, los sueños se acaban y el factor que entra en juego es la variante arbitraria y odiosa de la maldita suerte, esa que uno busca, corriendo el riesgo de que corra para otro.